Secretos guardados
El secretismo en torno al traslado de los hombres hacia el cuartel era absoluto. Las esposas debían mantener oculta esta información para no poner en riesgo el bienestar de sus maridos hasta llegar a destino. Billie llegó a salvo al continente europeo, pero esa fue la última confirmación que Peggy recibiría sobre el paradero de su marido. A partir de entonces, todo lo que llegarían serían informaciones contradictorias e inciertas, dejando en evidencia el sistema burocrático y su incapacidad de mantener la información sobre su ejército al día.
Caos
La situación era un caos. En plena guerra, el trabajo en las oficinas de gobierno era excesivo y con los sistemas obsoletos de aquellos tiempo muchos datos se perdían en el camino. Por si fuera poco, lejos de trasladar dudas, los responsables directamente comunicaban informaciones completamente inciertas a la angustiada Peggy. En una ocasión le informaron desde Francia que su esposo se encontraba bien y que su regreso ya estaba en curso. Pero esa no fue la única vez y es que cada vez le decían algo diferente. Fue entonces cuando Peggy se dio cuenta que tendría que dedicarse en cuerpo y alma si quería saber algo de su marido, ya que en las oficinas de gobierno no podía confiar.